Arantxa Fernández. Arquitectura y Paisajismo.

Diálogo 2

JARDÍN DUNAR.

“Las enredaderas que cuelgan de la cubierta del porche de planta baja se mecen con la brisa, algunas llegan hasta el suelo arrastrándose como una cortina, el ambiente es fresco. Cuando salgo veo un jardín húmedo y exótico arropando la piscina blanca, el espacio invita al recogimiento es una estancia más de la casa conectado visualmente con el interior de las habitaciones.

Hacia la derecha los límites no están definidos, el jardín dunar se muestra a medias, es misterioso nos llama con un susurro, un jardín mixto de la mano de un jardín seco de echinocactus y un drago protagonista se desparraman disolviéndose en la pendiente.

El sendero de madera me lleva al muro-umbral tras él un jardín dorado de arena y barrón, una terraza de madera posada delicadamente es acompañada por un Tamarix de floración rosada, me invita a sentarme un rato, quizás puedo trabajar alejada del bullicio de la casa o simplemente contemplar este sencillo jardín, o puedo esperar mirando al oeste que el cielo se vuelva de color rojo.

Al final del recorrido y alrededor de una pradera de juncos y salicornias, un banco corrido me anima a sentarme, el paisaje dunar hacia el este, sube invadiendo con serenidad  la parcela de la vivienda, los arbustos entran y salen del cerramiento haciendo de éste una frontera dinámica.

Y cae la noche, desde la terraza de primera planta la pradera de juncos empieza a iluminarse con pequeños puntos de luz, se diría que las perseidas han caído dentro de ella. Me llama la promesa del jardín estelar, el recorrido está iluminado discretamente hasta llegar al banco de madera, dónde me tumbo y en medio de la noche sin contaminación lumínica, disfruto de las estrellas… ¡hay tantas!”


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