Arantxa Fernández. Arquitectura y Paisajismo.

Diálogo 10

Querer un jardín ZEN, es bastante común, bueno más bien querer un jardín de estética japonesa, ya sabemos un jardín muy verde, húmedo, lleno, ordenado, retocado, silencioso, bambú, arces, budas y fuentes de pizarra negra.

Pero es que yo quiero un jardín ZEN andaluz, y para eso he tenido que estudiar lo que es ser ZEN.

El Zen vino de la india a través del budismo, pasó por China y caló hondo en los japoneses guerreros o samuráis, tanto los influenció que dejaron de desenvainar la espada y se convirtió en una práctica espiritual. El ZAZEN, es la forma de encontrar el equilibrio entre espíritu, cuerpo y mente a través de la práctica de la concentración en la respiración. A mí me parece que esta práctica no tiene que ser exclusiva de los samuráis japoneses, guerreros intuitivos y de gran control. He visto gente practicando Zazen en medio del campo, o en la playa, ¡yo misma cuando barro el porche de mi casa!

¿Por qué para tener un jardín Zen tengo que introducir en mi casa una estética que no tienen que ver nada con mi cultura? Si el Zen es universal, respirar despacio y consciente es universal, ¡puedo tener un jardín zen andaluz! Será que siento topo filia enamorada de mi paisaje, aunque seco y pajizo en verano, ¡me parece tan sereno! Eso sí, hay unos requisitos si queremos practicar la concentración, porque yo quiero uno para respirar con consciencia y meditar.

Primera premisa, tiene que ser silencioso, vale el canto de los pájaros.

Sencillo para no distraerme, que bonito sería la visión de un olivo, o un quejigo roble andaluz, una encina.

De luz tamizada…puedo practicar Zazen al amanecer, he descubierto que la luz es de color plata, o al anochecer con luces rojizas, o a la luz de la luna.

Materiales naturales y sobrios, un muro encalado, unas piedras enormes, un sendero que se aleja…

Ya me está gustando mi jardín Zen andaluz.

Una masa de mirtos, cardos, lavandas, stipas, limonium, manzanilla, coronilla, atriplex, helycrisum…nada de recortarlos, creo que me podré abstraer escuchando el zumbido de las abejas.

Un plato de agua para que beban los pájaros y se refleje la copa del olivo, un toldo sobre el que proyectar las sombras.

No se necesita más, pero me recuerdo que el Zen, o consciencia en el aquí y ahora, japonés o andaluz es una práctica que se puede experimentar en todos los momentos de la vida cotidiana.

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